La unidad deportiva de Izúcar de Matamoros se ha convertido en un verdadero peligro para la salud de todos los ciudadanos que la utilizan.
El intenso olor a fertilizantes que emana de la bodega destinada a almacenar productos contra el dengue es insoportable y, lo que es peor, tóxico. A pesar de que este problema lleva años afectando a la población, las autoridades locales hacen caso omiso y no han tomado ninguna medida para solucionarlo.
Según los vecinos, la bodega no está diseñada para guardar productos tóxicos y su uso indebido está generando graves consecuencias para la salud de las personas. Desde maestros y alumnos hasta empleados y visitantes, todos los que acuden a la unidad deportiva de Izúcar de Matamoros están expuestos a estos gases nocivos. Es decir, el corazón del deporte y el lugar destinado para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos se ha convertido en un centro de intoxicación.
Este problema parece no importarles a las autoridades locales y mucho menos al gobierno de Izúcar de Matamoros liderado por Irene Olea. Los habitantes de la zona confían en que la alcaldesa no esté al tanto de esta situación que afecta a toda la población. Sin embargo, es hora de que se tomen medidas concretas para solucionar esta problemática que pone en riesgo la salud y el bienestar de los ciudadanos.
La unidad deportiva de Izúcar de Matamoros debe ser un espacio seguro y saludable, no una amenaza para la vida de los ciudadanos. Se espera que pronto se tomen medidas efectivas para resolver este problema y garantizar que todos puedan disfrutar de la experiencia deportiva sin correr riesgos innecesarios.
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